Solo ha habido cuatro participantes pero el nivel del concurso ha superado las expectativas. Elegir un ganador ha sido un marrón —un gris para el caso—. Me habría gustado tener más copias para repartir. Muchas gracias a todos por participar.

Podría haber abierto una encuesta para que fueseis los lectores los que eligieseis a vuestro favorito, si no lo he hecho es porque quería evitar que se convirtiese en un concurso de popularidad, como suelen serlo en Internet. Acaba ganando el que tiene —convence a— más “amigos” que le voten. Los concursos se convierten en una manera de promoción muy barata para la página/marca que los organiza a costa de volverse una farsa. Aquí no vendemos nada. Quien quiera saber el porqué del concurso y la elección del ganador, que siga leyendo.

Como en Indiefence se hace hincapié en la necesidad de más puzles originales y creativos, el concurso no podía seguir otros derroteros. Partía de un supuesto relacionado con Resonance. En la aventura que aquí regalamos, muere en un extraño accidente en su laboratorio un físico de partículas de apellido Morales. Tenía que escribir algo directo, que diese pie a muchas y originales soluciones, planteado en pocas líneas —cuanto más ladrillo, menos gente se iba a molestar en siquiera enterarse en qué consistía el asunto—. Opté por definir un universo muy abierto para esta aventura. Y tanto, ¡universo a la porra! Enterito. Esto dejaba la opción a los participantes de tirar por caminos muy diversos. Los detalles surgieron de forma aleatoria, sobre la marcha, lo primero en pasárseme por la cabeza. De ahí que haya referencias a la televisión, Internet y la literatura.

Manel tuvo el difícil papel de abrir el concurso. No es fácil calibrar cuánto alargarse en la resolución. Me encantó eso de tirar de retórica: el universo se lo merecía. Muy douglasadamsesco.

Bow se encarga de sus captores de maneras diferentes y acude a un triste clásico de la aventura: las claves de seguridad, pero evita resolverlas por el lado tedioso.

La decisión estuvo entre Cholesky y Manz, que solucionan la situación con mucho humor, ensanchando la historia y su universo.

Cholesky tira por la vía del color —precisando incluso longitudes de onda—. Utiliza a fondo el inventario, objetos, recuerdos e incluso habilidades. Incluye guiños varios y remata con un final sensacional.

La de Manz es una solución muy aventurera: las acciones, la interacción entre personajes y narrador —estilo Sierra—, la preparación del último puzle con el hombre-radiador soltando chorros de vapor cada cierto tiempo (ese bucle que hace sospechar al jugador que ahí hay tomate)… También terminada con un final muy hábil y simpático. Ha recogido el guante de Nicolas Cage.

Aunque la experiencia ha estado muy bien, y habrá más concursos en el futuro —y en algún momento alguno será similar a este—, no me han quedado ganas de volver a erigirme en jurado. ¿Por qué comerse uno el marrón? «¿Es que eso no puede hacerlo otro?» En fin, que después de novecientas veintisiete lecturas y retrasar el veredicto más de lo debido, he decido que la copia de Resonance vaya por un pirríco margen a parar a la estantería virtual de Manz. ¡Felicidades! De nuevo, muchas gracias a todos por participar y por este mal rato tan divertido.

Miguel R. Fervenza
Últimas entradas de Miguel R. Fervenza (ver todo)

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies